Un mulo todas las mañanas llevaba una carga de leña desde la granja en el valle hasta la cabaña en la montaña, pasando siempre por el mismo sendero a través del bosque, subiendo por la mañana y regresando al anochecer. Una noche, durante una tormenta, un rayo derribó un árbol que obstruyó el sendero. A la mañana siguiente el mulo, caminando por su habitual trayecto, tropezó con el árbol que le impedía el camino. El mulo pensó: «El árbol no debe estar aquí; está en el lugar equivocado» y continuó hasta golpear su cabeza contra el árbol, imaginando que este se desplazaría, ya que ese no era su puesto. Entonces la mula pensó: «Quizá no he dado un golpe lo suficientemente fuerte»; pero el árbol no se movía. El mulo insistió repetidamente.
En la terapia breve estratégica llamamos «soluciones intentadas» a aquellas que ponemos en marcha para resolver un problema y que no resultan exitosas, que hacen que este persista (o incluso que empeore).
El problema, no es equivocarse, sino persistir en la equivocación:
Es decir, si nos obstinamos (como el mulo del cuento) en intentar soluciones que no resuelven el problema, lo que estaremos haciendo es construir una patología, que incluso puede ser grave. Por ello, para salir del círculo vicioso, lo primero es analizar qué ha intentado hacer la persona para solucionar el problema.
Con esta información, las psicoterapia estratégica investiga cómo funciona el problema y busca recursos que permitan iniciar el cambio, es decir, interrumpir ese círculo vicioso que alimentan las viejas soluciones intentadas. Además, sesión tras sesión, diseñamos estrategias específicas que ayuden al paciente a modificar la percepción de la realidad que le genera malestar y llegar finalmente a una funcionalidad.
Claramente la historia del mulo acaba mal, porque el mulo muere por su propria testarudez e incapacidad de cambiar ni siquiera un poco su forma de actuar.
