En estos tiempos de avances tecnológicos vertiginosos, hemos presenciado una transformación radical en la manera en que nos comunicamos, trabajamos y, por supuesto, en cómo exploramos nuestra sexualidad. Dentro de este panorama, la adicción al cibersexo ha surgido como una preocupación cada vez más relevante en el ámbito psicológico y social.
Se estima que entre el 6% y el 8% de la población adulta está afectada por esta adicción, aunque es probable que esta cifra haya aumentado considerablemente en los últimos años debido a la creciente accesibilidad y omnipresencia de la tecnología. En las sesiones de terapia que he llevado a cabo, he observado un incremento notable en el número de pacientes que buscan ayuda para lidiar con esta problemática.
El fácil acceso a contenidos sexuales en línea ha creado un terreno fértil para el desarrollo de conductas adictivas relacionadas con la búsqueda compulsiva de gratificación sexual en entornos virtuales. Esta problematica no discrimina género ni edad, afectando tanto a hombres como a jóvenes curiosos que buscan satisfacer sus deseos y fantasías más íntimas a través de la pantalla de sus dispositivos.
Los síntomas de la adicción al cibersexo son variados y pueden manifestarse de diversas formas. Desde pasar largas horas en salas de chat enfocadas en el sexo hasta ocultar estas interacciones a los demás, quien sufre experimenta una serie de comportamientos problemáticos que afectan su vida diaria y sus relaciones interpersonales.
La sensación de culpa o vergüenza por el uso excesivo de Internet con fines sexuales es una experiencia común entre aquellos que luchan contra esta adicción. La mayoría se siente culpable o avergonzado por su comportamiento relacionado con el cibersexo, según revelan estudios realizados por Young (2001) [1].
A pesar de los riesgos y consecuencias negativas asociadas con la adicción al cibersexo, muchos encuentran ciertos beneficios en esta práctica. La sensación de libertad y anonimato que proporciona el mundo virtual les permite escapar de los límites y responsabilidades de la vida real, aunque esto a menudo conduce a una falsa percepción de control y poder.
Para abordar esta problemática, es fundamental recurrir a enfoques terapéuticos especializados que comprendan la complejidad de la adicción al cibersexo. En las sesiones de terapia que he conducido, empleo la terapia breve estratégica, un enfoque efectivo que se centra en desmantelar los patrones de comportamiento adictivo a través de rituales controlados y pautas específicas.
Siguiendo un antiguo principio de la sabiduría china que enseña que para corregir una situación primero debemos entender todas las formas en que puede ser torcida aún más.
En el caso del cibersexo, se emplea una técnica conocida como la "ritualización del ritual". Esta técnica implica exponer al paciente a situaciones relacionadas con el cibersexo de manera controlada y gradual, permitiéndole desarrollar estrategias de afrontamiento saludables y redirigir su energía hacia actividades constructivas. Al mismo tiempo, se trabajan aspectos subyacentes que pueden estar contribuyendo a la adicción, como por ejemplo la baja autoestima o la falta de habilidades sociales.
En conclusión, la adicción al cibersexo representa un desafío significativo en la era digital, pero no es insuperable. Con la comprensión adecuada y el apoyo terapéutico necesario de un profesional se la salud mental , es posible superar esta adicción y recuperar el control sobre la propia vida sexual y emocional.
La terapia breve estratégica, con su enfoque innovador y centrado en el individuo, ofrece una vía prometedora para lograrlo.
Y siguendo el consejo de Oscar Wilde: "la única manera de liberarse de una tentación es caer en ella.”
Fuente
Young, K. (2001). Caught in the net: How to recognize the signs of Internet addiction--and a winning strategy for recovery. New York: John Wiley & Sons